Solsticio de invierno.

El 21 de junio de cada año ocurre el solsticio de invierno en el hemisferio sur, mientras que en el hemisferio norte es solsticio de verano.

El movimiento aparente del sol (visto desde acá) hará que la altura máxima respecto del horizonte será la menor del año. Además, la puesta del sol ocurrirá en su posición más noroeste del año. Pasado el solsticio, las noches comenzarán a acortarse, con más horas de luz solar y la puesta de Sol será cada vez más en dirección suroeste

Esto se debe a los dos principales movimientos de la Tierra, el primero es el de rotación, el cual consiste en el giro de nuestro planeta sobre sí mismo, que da origen al día y la noche; y el segundo movimiento, el de Traslación, que corresponde al que efectúa la Tierra en torno al Sol y que marca la duración de los años.

Desde que se originaron los primeros asentamientos humanos, estos eventos han sido muy importantes, pues permiten establecer ciclos para actividades tan vitales como la agricultura. Cuando se formaron las primeras comunidades fue muy importante establecer calendarios para organizar procesos como: preparar la tierra, la siembra, cosecha, fechas de reproducción de los animales, etc. En general estos eran calendarios basados en los ciclos lunares que constan de (13 meses, cada uno de 28 días aproximadamente)

Luego cada cultura fue atribuyendo a esta y otras festividades su propia connotación de acuerdo con su cosmovisión.

En el caso de nuestra región tenemos diferentes celebraciones de un “nuevo año”.

Inty Raimy “retorno del sol” En la tradición Inca.

Willka Kuti “retorno del sol” en la cultura Aymara.

We tripantu “salida del nuevo sol” (entre el 23 y 24 de junio) para la cultura Mapuche.

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